jueves, 22 de noviembre de 2007

Una nena inocente de la TV, en una escena explosiva

La pequeña Grace de la serie La niñera creció para convertirse en una mujer fatal. Junto a David Duchovny, protagonizó un encuentro sexual que ruborizó a más de uno.
Madeline Zima creció ante la mirada del público norteamericano. Interpretaba a la hija menor de Maxwell Sheffield, un productor viudo que contrataba a una niñera muy particular. Pero el tiempo pasó y la joven se convirtió en una adolescente que no se avergüenza de su cuerpo.

La imagen de niña inocente fue destruida con una de las escenas que interpretó en la serie Californication. Se la vio sin ropa, muy apasionada en la cama.

En la sitcom, la adolescente mantiene relaciones con David Duchovny. En medio de la acción, le da una cachetada que desconcierta al protagonista. Sin embargo, esta violencia sólo enciende más el encuentro.

Sin pudor, el torso desnudo de Zima fue mostrado en la televisión norteamericana. Rápidamente las imágenes recorrieron la web y sorprendieron a aquellos que aún la recordaban como una dulce niña.

Vía:infobae

Red Hot Chili Peppers demanda a la serie Californication

Los Red Hot Chili Peppers editaron el 8 de junio de 1999 su disco "Californication", título que justamente en estos días lleva una nueva serie de TV que emite Warner Chanel Latinoamérica, y que ahora es motivo de litigio judicial.

La banda de rock estadounidense acaba de demandar a la cadena de televisión Showtime que emite la serie "Californication" en ese país acusándola de haber copiado el título.

El grupo de Anthony Kiedis acusa a la cadena de competencia desleal y robo de identidad, y pide una indemnización por una abultada cifra que aún no ha sido revelada.

La serie, fue lanzada semanas atrás, y tiene como protagonista a David Duchovny, quien interpreta a Hank Moddy, un novelista frustrado cuya vida se complica con sus incoherentes actos y desenfrenados deseos sexuales.

Via:admundo

viernes, 9 de noviembre de 2007

12 capitulos y se acabó la primera temporada

Seacabó. Californication se nos presentó en agosto pasado como una serie de contenido sexual que ocurría en Los Ángeles, y nosotros dijimos “bueno, está bien”. Nunca creímos que el pobre David Duchovny nos pudiera hacer olvidar al agente Fox Mulder, ésa es la verdad.
Tuvimos ese prejuicio interno, esa sensación. Y como siempre que tenemos intuiciones, nos equivocamos.
Se equivocó también la cadena
Showtime al presentar la serie como una trama sexual, como sólo eso. Está bien que Estados Unidos sea un país puritano y que el cable pueda pasar por encima de ese asunto, anularlo, pero ya está bien con promocionar toda historia con tetas como si fuese la versión televisiva de Garganta Profunda.
Californication es una serie enorme, y el sexo tiene muy poco que ver. Quiero decir: lo explícito del sexo, las tetas y los culos y las porongas. No va de eso, aunque lo haya en pequeños montoncitos.
Hank Moody es un personaje fascinante, un hermano gemelo y contrapuesto al agente Mulder. Dos siameses separados al nacer que vivieron historias distintas y que, ahora, son dos caras diferentes de una moneda.
Hank Moody es un escritor de raza, desesperado y frenético, que no se supo subir al siglo XXI. Ha escrito un libro exitoso y con él han hecho una película horrible y taquillera. Ahora todo el mundo lo conoce por ese film espantoso, y él odia que los demás sospechen que ha tenido algo que ver con eso. Al mismo tiempo, la serie comienza con una brutal sequía: Hank Moody no puede escribir una
línea. Está seco.
En la vida afectiva le va todavía peor. Su
mujer, a la que ama, y su hija de trece años, ya no viven con él. Lo han dejado por imbécil, por pedante, por infiel, por irresponsable y por inmaduro. Su mujer y su hija ahora viven con otro hombre, Bill, un señor de saco y corbata, millonario, exitoso y aburrido. Las chicas necesitaban ese contraste. Y Hank lo sabe, pero sufre.
Pobrecito Hank. Su editor lo obliga a escribir un blog para sobrevivir. Un blog es la cosa más espantosa a la que puede rebajarse un escritor como Hank Moody.
La primera temporada de Californication es el viaje frenético de un hombre desesperado que busca reconstruir su vida. Que descubre lo equivocado que ha estado al echar por tierra su verdadero amor. Es un tango, de punta a punta. Sólo desea que su mujer lo perdone, que su hija lo ame y, en tercer lugar, volver a escribir con pasión. Mientras espera que todo eso ocurra, no puede parar de follar con desconocidas. Con camareras, con divorciadas, con fantasmas llenos de rimel, con azafatas, con todo lo que se le cruza.
Por casualidad y sin saberlo, en el primer episodio acaba en la cama con una adolescente de 16 años (él no sabe que ella es menor) y más tarde descubrirá que esa niña es, además, alguien muy cercano en otros aspectos. Nosotros, los espectadores, también descubrimos que esa muchacha es
Madeline Zima, la pequeñita de The Nanny, que en estos años ha crecido maravillosamente.
Todo se desbarranca en la vida de Hank Moody. Y esa caída libre al infierno dura doce episodios que son como perlas. No hay altibajos: cada capítulo es hermoso, sincero, cruel, divertido y nostálgico. La relación de Hank con su hija Becca es tan sutil, tan tierna, que casi siempre uno (que es padre de niña) acaba moqueando.
Sí, hay sexo en la serie. También escatología: vómitos desenfrenados y eyaculaciones femeninas que son como explosiones asquerosas. Pero que nadie se quede allí colgado, que nadie sospeche que
Californication va de sexo ni que es una serie pasatista. Su profundidad moral es abrumadora. Es una historia de amor brutal y exquisita.
A propósito de amor: ayer vi el capítulo final, y no me esperaba ese cierre. Realmente no sospeché que los guionistas quisieran caminar por esas fronteras, por ese camino tan transitado. No es una crítica, es sólo que me dejó muy confundido. Pero sospecho que ese final tiene que ver, como siempre, con que la serie ha sido un éxito y con algo hay que comenzar, el año entrante, la segunda temporada.
Más allá de eso, me guardo estos doce capítulos en el corazón. Ha sido una temporada entrañable, íntima, seductora, con personajes reales o, al menos, arquetipos bien conseguidos. Una extraña mezcla de diversión y frustración, de entretenimiento y profundidad. Me gustan esas mezclas.
Me alegra que exista
Californication.
Via: Espoiler